Por Erik López
El título del presente trabajo se antoja desafiante, quien lo escribe es parte del gremio. El ejercicio al redactarlo me obliga a pararme frente al espejo e iniciar la auto-descripción, que no será nada fácil.
Independientemente de lo alcanzado académicamente –entiéndase calificación-, las reflexiones logradas me ayudarán de sobra en mi labor periodística e incluso guiarán mis siguientes pasos en este camino sinuoso ya por naturaleza.
Intrínseco, así es el presente ensayo, mi trabajo profesional quedará expuesto. Y es que al conocer los conceptos de Ryszard Kapuscinski sobre los aspectos de un periodista, la cavilación no se hizo esperar. Dice Kapuscinski en cuatro puntos: a) Su razón de ser se da a partir de los otros. b) El convencimiento de que las malas personas no pueden ser buenos periodistas. c) El periodismo puede ser ejercido por espíritus escépticos, realistas o prudentes, pero nunca por alguien cínico o insensible. d) Su quehacer es una lucha entre sus sueños, su voluntad de ser completamente independiente y las realidades que obligan a ser dependiente de los intereses y expectativas de propietarios mediáticos y editores. Esto entonces será la parte toral de las siguientes letras.
Efectivamente, Kapuscinski sabe la esencia del periodista, lo conoce a profundidad y hasta pudo haber intuido su futuro, su final. Es una lástima hablar y reconocer que el ejercicio de una profesión –cualquiera que sea- implique un sueño, una lucha constante de voluntades contrarias.
* * *
El ámbito social es un todo y cabe mencionar de forma general los aspectos que impactan a la sociedad hoy en día. Crisis económica, política, alimentaria, sanitaria, y cada punto tiene alcance mundial. La palabra “crisis” se ha hecho presente en nuestro léxico, en nuestro ahora, y tal parece que tendrá que pasar mucho para que pase a segundo término.
La comunicación, los medios están en crisis, nadie o nada escapa a ella. Vemos y somos testigos que en el sector editorial, los periódicos están cerrando o se están fusionando, las revistas; también desaparecen o bien imprimen la menor cantidad de páginas. En televisión, cada vez se apuesta menos por el periodismo efectivo, plural, ese que se hace sin tapujos; porque es mejor hacer publirreportajes, es más rentable hacer lo que el “cliente” solicite, lo que diga el gobierno pues; el mejor “cliente”.
¿Pero por qué está pasando lo anterior, entre muchas otras cosas? ¿Qué es hoy la sociedad? ¿En qué está cambiando? ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué debemos hacer para que la descomposición social se detenga? ¿En manos de quién o quiénes está el cambio? Buena parte de la respuesta a este último cuestionamiento la tienen los medios de comunicación. Y es que al surgimiento de la masividad comunicacional –por decirlo de alguna forma- nunca se imagino que esta se convirtiera en la principal alteradora de conciencias.
Nada peor que un difusor de mensajes a gran escala alterado, enfermo, descompuesto, devorador de billetes, sabedor de su propio bien y desconocedor del bien del prójimo. Eso son en la actualidad los medios de comunicación, desconocen de ética, de moral, ignoran el buen mensaje y la utilidad de éste. Las noticias las hacen las “malas personas”, desde el político hasta el que está a cuadro en la tele o quien oímos en la radio.
La clase política en México es de lo peor, lo digo sin moderación, no hay duda. Los funcionarios, los representantes del gobierno son los principales promotores de la corrupción y de todo lo que conlleva, lo malo por supuesto. Su poder –el de los políticos- no sólo alcanza la estructura gubernamental y al pueblo gobernado; también tienen el poder de contaminar los medios de comunicación y a quienes los dirigen.
En la experiencia escucho al dueño del medio decir: “dile (al conductor) que sí lo entreviste (candidato a diputado), pero que le haga entender que se trata de un favor, que sepa que me debe un favor... Germán es el único que no ha querido cooperar...” ¿A qué se refiere? ¿Los presidentes de otros partidos políticos sí han cooperado? ¿Con qué o con cuánto han cooperado?
Son tantas interrogantes, tantas repuestas... y ambas laceran. El periodistas es seducido por los políticos, por el poder, por el dinero, dinero que es del pueblo, de la sociedad, del contribuyente. En México se pagan impuestos para dos cosas: una, para hacer obra publica mediocre, y otra, para que los políticos vivan del erario. Buena parte de ese dinero se va a los bolsillos de los dueños de los medios, llega a las manos de los “grandes periodistas”. Un López-Dóriga que hace gala de su “colmillo periodístico” para extorsionar a través de la tele o del radio a quién se deje. El periodista más influyente de México –como algunos le dicen- tiene precio. Un Loret de Mola que ya tiene influencia será el heredero de corruptelas, de contubernios. Este es uno de los perfiles del periodista en México, pero existe otro perfil. Este servidor sólo ve dos tipos de periodistas en este país.
El otro tipo, el otro perfil tiene que ver con el que está detrás de –por ejemplo- los arriba citados. Ese periodista que sí estudió periodismo, el que no se formó como abogado o como economista en la universidad. Ese que entiende de raíz la ética, la moral y que buscar ejecutar su labor bajo estos mandatos. Siempre hay un reportero, un redactor, dispuestos a decir la verdad, a manejar la información con responsabilidad, a entrevistar y preguntar lo que sea, sin importar si incomoda, mucho menos sin saber de compromisos.
En la cúpula periodística lo importante es quedar bien, hacer favores, porque estos tienen un precio. Insisto, el perfil del periodista mexicano tiene que ver con dos tipos. El hambriento de engaño y por el otro, el hambriento por revelar la verdad. El que quiere poder e influencia y por el otro, el que quiere influenciar para bien con su voz, con sus letras. El que quiere dinero a cambio de argumentos hipócritas, falsos; por el otro, el que a pesar de publicar argumentos veraces gana poco. El que grita y regaña a su equipo de trabajo, por el otro, el que recibe los regaños y no le queda –por el momento- que obedecer y seguir ocultando la verdad.
Así es el quehacer periodístico en la realidad. La vivencia de quien escribe indica que Kapuscinski dicta aspectos óptimos, ideales para la tarea, sin embargo en la realidad de México son difíciles de alcanzar, pero no imposibles.
Sí, en México los que vemos en la tele, los que escuchamos en la radio y en muchas ocasiones los directores de los diarios, no son lo que se puede decir buenas personas, por tanto no pueden ser buenos periodistas. Los “grandes periodistas” se creen omnipotentes, supremos, critican con descaro a quien sea, por tanto, no son prudentes como propone Kapuscinski.
Ahora, los periodistas de “abajo”, los que trabajan, los que sí saben de ética; se la pasan soñando, pensando en cómo hacer valer su voluntad, en ser independientes, luchan una y otra vez contra los intereses de sus superiores.
¿Qué podemos concluir? Mucho. Sin embargo, las conclusiones de nada me servirán si no se aplican en mi andar próximo. Es necesario terminar con la dictadura por parte de los “jefes” de la información desvirtuada, son ellos los que impiden el buen periodismo en este país, son ellos los que bloquean la información que sirve a esta sociedad, la que hace buena cultura. México es un país de amplio potencial, de gente capaz y de periodistas dispuestos a desenvolverse en la veracidad.
Cuantas veces he escuchado: Eso no lo puedes decir al aire. Nada contra ningún gobernador. No digas nada en su contra porque es nuestro amigo. Primero averigua si es cliente, si ha invertido en el programa. Nada contra el presidente, ya se le dijo, si habla mal de él, entonces no pasa (al aire). Cuántas veces no hablan de Los Pinos para dictar línea... por lo menos una vez a la semana. Cuántas veces no habla el dueño del medio para decirle (al conductor) lo que debe hablar al micrófono. Es más, cuántas veces hasta el jefe de información delata su preferencias políticas. He visto muchas veces como la persona que se desempeña este puesto da prioridad a gente de izquierda, a perredistas. Es de dar gracia porque el conductor titular es de derecha. Cosas de la vida... periodística.
El perfil del periodista mexicano, en sí el del periodista, debe ser uno, no hay lugar para bifurcar, y es que los tipos de periodista que cito arriba no deben de existir. La esencia del periodista, del verdadero periodista sólo es una. Su pensamiento debe alejarse de los intereses particulares, posicionarse del lado del lector, del auditorio. El periodista titular –el que vemos en tele y escuchamos en la radio, vuelvo a aclarar- debe dejar de lado su actitud servil ante el gobierno y solidarizarse con su quipo de trabajo, con los reporteros, al fin y al cabo trabajan para un mismo auditorio. Y por último, el periodista que está detrás del conductor –mi caso-, debe olvidarse también de esa actitud servil ante su jefe, debe prepararse académicamente, debe atender su ideología, debe hacer caso a lo aprendido en la academia, y olvidarse de andar soñando con hacer un buen periodismo y empezar a hacerlo.